En la actualidad se demanda la
igualdad como elemento fundamental, incluso los políticos en sus discursos
prometen dicha igualdad, “la igualdad para todos”; al mismo tiempo que escuchamos a diario y en todos lados que "todos somos diferentes".
Esta dos frases que se contradicen una de la otra, y que al mismo tiempo son tan frecuentes, nos ponen a pensar, ¿Por qué pedimos igualdad si todos somos diferentes?
Al analizarlo se resaltan muchas cosas
interesantes, pero lo sustancial es que si queremos igualdad vamos a excluir a
aquellos que no pertenezcan a los iguales “nosotros” y “nosotras” y lo veremos
como los “otros” y otras”. ¿Entonces se podría decir que promover la
igualdad es excluir a los diferentes?
.......
Es de ahí que radica el principal
error de esta demanda, ya que no es bueno exigir la igualdad cuando solo un
grupo gozará de estos privilegios, y quien no llene los requisitos de igual se
verá inferior.
Todos y todas somos diferentes; nuestra característica
fundamental es la diferencia, por lo que lo ideal es plantear la aceptación de
las diferencias; la equidad.
Cuando aceptemos la
equidad entonces viviremos el verdadero sentido de lo humano; seres
cooperadores y guiados por el amor; es el aceptarnos como diferentes
bajo valores inclusivos y equitativos.
Es decir te acepto como eres, por
nuestras diferencias y similitudes.
En resumen, si viviéramos el sentido
de equidad y no etiquetáramos a “nosotros y nosotras y los otros y las otras”
estaríamos mejor social, educativa e incluso hasta económicamente.
Vivimos en una sociedad
donde lo que predomina es la exclusión, la falta de aceptación y no se atiende
a la diversidad, por lo cual estamos estancados y no progresamos humanamente.
La inclusión
es el remedio de los principales males que afectan las ideologías de nuestra
sociedad, y mientras aumente las etiquetas se reducirán las
posibilidades de desarrollo.
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